La felicidad interminable del campeón
Huracán volvió a Buenos Aires con la Copa en manos y tuvo un recibimiento acorde a lo que merecía un gran campeón. 500 hinchas dijeron presente en el arribo de la delegación a Aeroparque.
Huracán vivió el vuelo de vuelta a Buenos Aires con una alegría infinita. Viajó a San Juan con la confianza de que la Copa Argentina se quedaría en Parque Patricios, y las manos mágicas de Marcos Díaz le permitieron cumplir un objetivo deseado por hinchas, dirigentes, jugadores y cuerpo técnico. El regreso tuvo un clima ideal, entre risas, bromas y deseos internos de que el objetivo del ascenso a Primera debe cumplirse sea como sea.
Marcos Díaz, Ramón Ábila y Gonzalo Martínez fueron los principales impulsores de que el viaje de vuelta se tornara llevadero. Copa en mano, vivieron el viaje con la felicidad del deber cumplido. No faltaron los comentarios cómplices entre unos y otros, y los recurrentes pedidos para fotografiarse con el trofeo, que llegó a Parque Patricios para no irse más.
Los festejos se extendieron hasta altas horas de la madrugada en el Del Bono Park, hotel en el que Huracán se hospedó durante su estadía en San Juan. Debieron madrugar para abordar el avión de la mañana, pero el retraso en el vuelo no fue un impedimiento para que la felicidad les brotara. Los más jóvenes del plantel le pusieron humor al pre embarque, mientras los más experimentados aguardaban por el vuelo con mayor tranquilidad. Quizá, porque ya saben de qué se tratan este tipo de batallas.
Néstor Apuzzo fue uno más y demostró que su arribo al primer equipo le dio al plantel nuevos ánimos y humores. Sabe el entrenador que su nombre no se borrará entre los más destacados de la historia moderna de Huracán. Sin embargo, él y toda la delegación son conscientes de que el ascenso a Primera División es un objetivo que se debe cumplir sí o sí. Si lo logra, sus nombres quedarán grabados. Caso contrario, la obtención de la Copa sólo habrá sido apenas una brisa de aire fresco en medio de otro sinsabor.
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