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Los del Viaducto se hicieron un lugar en la fiesta de Catamarca

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Arsenal volvió a cantar victoria en Catamarca. Ante unos 1500 hinchas que los acompañaron hasta el Norte argentino, los jugadores del equipo de Sarandí volvieron a celebrar con la obtención de la Copa Argentina. El plantel y el técnico festejaron con sus hinchas hasta las lágrimas.

La previa de una final inolvidable

Hagan un lugar, dijo Arsenal. Cerca de unas 20.000 almas colman la capacidad del estadio Bicentenario Ciudad de Catamarca. Otras tantas pueblan la ladera del Cerro de la Cruz Negra, que se contempla desde las plateas principales del estadio. Cantan allí de manera eufórica, adentro y afuera, todas pegados, unos con otros. Los más son los de San Lorenzo, pero los de Arsenal también se hacen sentir. Mucho más en ese final único, imborrable, inolvidable. Ese que vivió su punto más alto cuando el capitán Hugo Nervo levantó el trofeo de la Copa Argentina Sancor Seguros.

Desde temprano, los hombres, las mujeres y los niños se transportaron desde distintos puntos de la ciudad. Y todos, vencedores y vencidos, se enorgullecieron del lugar que les tocó vivir: la Gran Final de la Copa Argentina. “A Catamarca vinimos por el Arse”, reza una bandera con los colores celeste y rojo del conjunto del Viaducto.

Lejos de Sarandí, el equipo dirigido por Gustavo Alfaro se había poco menos que juramentado regalarle una victoria ante San Lorenzo a esos 1500 hinchas de Arsenal que se animaron a viajar hasta Catamarca, impulsados por los últimos tiempos felices que les toca vivir. Y la felicidad, al fin, con la obtención de la Copa Argentina, fue mayúscula para ese grupo de hinchas que soportó una noche de lluvia copiosa, pero desbordante de pasión, de alegría.

Sin dudas, no fueron mayoría los hinchas de Arsenal ante los casi 20.000 hinchas del Ciclón presentes, pero tampoco fueron pocos. Suficientes para hacerse notar con sus banderas, procedentes de Sarandí, Avellaneda, Gerli, Y para agradecer a Nicolás Aguirre, a Mariano Echeverría y a Emilio Zelaya simplemente por existir. El contingente del “Viaducto” estuvo rodeado por un cordón policial. Y fueron los más bulliciosos, y los que ovacionaron a Gustavo Alfaro, vestido con el traje de entrenador más exitoso de la historia del club.

A poco del epílogo, los simpatizantes de Arsenal empezaron a regodearse con “oles”, con el "dale campeón". Ni en el mejor de sueños a veces se podía esperar un 3-0  tan mágico como el ocurrido. Y que los más felices fueran los menos en la cancha. Pero en un partido todo puede pasar. Todo se iguala. De tan dura que fue la pesadumbre, a los hinchas azulgranas no les quedó ni ganas de reprobar nada. El festejo fue todo celeste y rojo. Aún está en la memoria la visita de Arsenal a esta ciudad, el 8 de noviembre de 2012, que le dejó el mejor de los recuerdos por la Supercopa ganada nada menos que ante Boca. Meses después, la historia vuelve a ser favorable. Completamente feliz.

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