Recordamos a Héctor Grondona
El ambiente del fútbol despide a un fiel exponente, una persona que vivió la actividad a pleno en todos sus aspectos. Y desde la Copa Argentina nos sumamos al recuerdo de un sinónimo de la pasión por la pelota.
El fervor por la pelota no sabía de límites posibles en su cuerpo. Lo desbordaba hasta puntos cardinales imposibles de alcanzar para otros. En él, la pasión por el fútbol se dejaba llevar por el impulso. Siempre. Aún se recuerdan sus pisadas firmes en la tribuna local de Arsenal de la calle Solís. Ese era su lugar en el mundo a pesar de las múltiples ocupaciones que tenía en su vida. Su nombre es sinónimo de fútbol en todas sus expresiones, ya que cumplió todos sus sueños en este deporte: fue futbolista, técnico y dirigente. Héctor Emilio Grondona, hermano del presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Julio Humberto, y ex titular de Arsenal de Sarandí e Independiente, falleció a los 74 años producto de una enfermedad terminal que lo afectaba desde hacía tiempo.
La pasión por este deporte se le hizo carne desde pequeño, en las veredas de Sarandí e inmerso en una familia bien futbolera. Fundador de Arsenal junto con su hermano el 11 de enero de 1957, fue además jugador y símbolo de la entidad de Sarandí, de la que es el máximo goleador de la historia. Su trayectoria en las canchas fue desde 1961 hasta 1972, período en el que anotó 168 goles en 349 partidos. En ese rectángulo que lo conmovía y emocionaba, mostraba todo su temperamento, era fuerte y preciso cabeceador. Hizo el primer gol oficial del club del Viaducto en la Primera de Aficionados: el 13 de mayo de 1961 frente al desaparecido Piraña (1-1). Estuvo en el partido de la inauguración oficial de la cancha de Sarandí, con Banfield, el 12 de octubre de 1964. Aquel día, según el diario Crónica, Grondona repetía: “Ya no podíamos esperar más, hacía 3 años que éramos visitantes en la cancha de Independiente”. Y luego de su retiro, en 1973, fue técnico del equipo durante algunos partidos.
Toda su vida giró alrededor del fútbol. Tras su retiro, fue dirigente y presidente de Arsenal durante casi dos décadas, entre 1976 y 1995. Más allá de presidir el club, veía los partidos desde el vértice superior de la popular local. Desde ese lugar le gustaba contemplar las acciones de los jugadores y, si las circunstancias lo ameritaban, no tenía reparos en llamarle la atención a algún hincha que no tenía un buen comportamiento. Hasta que otro amor llamó a su puerta: Independiente. Primero desembarcó como titular de la comisión de fútbol que generó las campañas consagratorias en el Clausura `94, Supercopa ’94 y ’95 y la Recopa ’95. Títulos que lo llevaron a cumplir el sueño de presidir al club de Avellaneda entre 1997 y 1999.
El ambiente del fútbol despide a un fiel exponente, una persona que lo vivió a pleno en todos los aspectos. Y desde la Copa Argentina nos sumamos al recuerdo de un sinónimo de la pasión por la pelota.
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