Con la cinta en el quiosco
Víctima en dos oportunidades de la rotura del tendón de Aquiles, Gustavo Villalba debió abrir un negocio para subsistir cuando se dio cuenta de que el fútbol no le daría grandes dividendos económicos. Ahora, es el capitán del sueño de Sacachispas en la Copa Argentina.
El Ascenso ofrece historias dignas de contar. Jugadores que han hecho todo el esfuerzo posible por llegar a la Primera A, y otros tantos que no lo han conseguido y pasan sus días en las canchas humildes de las categorías más bajas. Villalba, capitán del Lila y quiosquero, integra el grupo de estos últimos.
Oriundo de Avellaneda, Villalba se crió con la intención de ser futbolista. Desde que dio los primeros pasos, supo cuál sería su futuro. Además, sus padres no le impidieron gestar la carrera como jugador profesional: “Sé que a veces, ellos piden que estudiemos, y que después nos probemos en algún equipo. Conmigo fue al revés. Me apoyaron y me pidieron que insista. En 1990 quedé en Victoriano Arenas, y en 1997 debuté en la C contra Comunicaciones”. Su intención de continuar con la carrera de Administración de Empresas quedaba a un lado, al menos por un tiempo.
El volante central que muestra 33 años en el documento contó cómo hacía para esquivar la zona complicada que bordeaba al estadio de Victoriano. “Sé que hace un par de años salió una nota que contaba cómo le robaban a los chicos. A mí me pasó una sola vez en el 99: camino a la práctica dos personas armadas me sacaron todo. Desde ese día, empecé a tomar recaudos”.
Durante su etapa en el conjunto de La Cava, el volante central obtuvo el Clausura 99. Sin embargo, el ascenso a la Primera C no pudo ser posible porque Arenas cayó en la final ante Argentino de Merlo. “Tuvimos un gran año, pero terminamos perdiendo los dos partidos definitivos. 2 a 0 en la cancha de El Porvenir, y 1 a 0 en Almagro”, recordó.
El inicio del siglo XXI representó para el hombre de Sacachispas el comienzo de un cambio profundo. Un intermediario llamado Daniel Mandarani lo llevó a una prueba a Huracán Buceo de Uruguay. Tras no arreglar los términos del contrato, lo buscó Villa Española, club de aquel país que jugaba en Primera División. “Me quedé seis meses, tuve un buen rendimiento, pero no seguí. Volví a Victoriano, y con la plata que junté compré mi pase, valuado en 4.500 dólares”.
Al centrocampista se le presentó la oportunidad de retornar a Uruguay. El club que lo había cobijado le abría las puertas nuevamente, y la posibilidad de sobresalir en el fútbol sudamericano era cierta. Sin embargo, el protagonista observó una realidad que no tenía en sus planes: Villa Española había bajado a la B por disposición de la Asociación Uruguaya de Fútbol, que obligaba a los clubes de Primera a tener su propio estadio. Como no lo tenía, la segunda categoría fue su destino más próximo.
El paso por el país vecino le permitió madurar, crecer, y alcanzar una situación económica aún mejor de la que tenía hasta el momento. Se mantuvo en la institución de Montevideo durante el 2001, pudo ascender tras vencer en la final a Colonia, y Bella Vista, renombrada institución de la máxima categoría, posó sus ojos en él y se lo llevó luego de comprarle el 50 por ciento de su pase en 2005. “Me buscaron y no les pude decir que no”, comentó. Además, la situación en su anterior club se había tornado insostenible debido a los problemas financieros que lo aquejaban, y que terminaron decretando la desafiliación en el 2008.
El retorno a la Argentina se concretó luego de que Textil Mandiyú lo adquiriera a préstamo en 2007. A continuación, un breve paso por Flandria, y luego, la etapa de su carrera que él quisiera olvidar rápidamente: Villalba firmó para San Telmo, primero, y para Sacachispas después. Sin embargo, en menos de dos años se rompió dos veces el tendón de Aquiles y debió barajar la posibilidad de poner un negocio alterno para subsistir ante la adversidad: “Lo pensé mucho, calculé los gastos, y decidí abrir un quiosco en el barrio Piñeiro de Avellaneda. Al día de hoy, subsisto con eso, y con lo que cobro en Sacachispas. Entro a las 7 de la mañana a trabajar, voy a entrenar y vuelvo al quiosco hasta las 20.30".
Actualmente, sostiene las riendas de Saca desde la decisión de compañeros y director técnico de ser nombrado como capitán del equipo. “Fue un orgullo que me hayan elegido. En cierto modo, quiere decir que todo lo que hice no fue en vano”. Además, se envalentonó cuando le consultaron acerca del significado de la Copa Argentina: “Tenemos el deseo de seguir pasando de ronda, aunque sabemos que Belgrano será dificil. Para nosotros será un desafío tremendo, el más importante de nuestra historia".
Gustavo Villalba habla con entusiasmo y alegría. Cuando recibió el llamado para realizar la entrevista, se mostró predispuesto a darla, sin pensar en que, entre pregunta y pregunta, un cliente se le acercaba y él debía cortar la comunicación para efectuar una venta, cobrar y continuar con las respuestas. El ascenso, sinónimo de sacrificio, trabajo a destajo y dedicación, volvió a tener una historia para contar.
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