Con un extenso currículum en sus espaldas, Ezequiel Garré, hijo del legendario Oscar (campeón del mundo en México 1986), llegó a Almirante Brown en 2011. El lateral izquierdo contribuyó para que el Mirasol logre establecerse en la B Nacional, pero esta campaña marcó una caída en su nivel individual y también en la parte colectiva, ya que el equipo no pudo encontrar una regularidad y perdió terreno en la tabla de promedios: si el campeonato finalizara hoy, jugaría un desempate ante Aldosivi para mantener la categoría. Tras once partidos sin victorias, la historia podría cambiar a partir del 2-1 ante Independiente Rivadavia, por la Fase Final II de la Copa Argentina. Un desahogo necesario para el plantel del conjunto de Isidro Casanova.

“Se lo dedicamos a los chicos que se quedaron en Buenos Aires y, sobre todo, a los hinchas que viajaron hasta San Juan para alentarnos. Nos debíamos una alegría así”, reconoció el defensor de 33 años, con pasado en distintos países como Chile (Huachipato), Portugal (Portimonense) y Grecia (Ilisiakos). Además, en Argentina defendió las camisetas de Chacarita, San Martín de Mendoza, Gimnasia de Jujuy y la Comisión de Actividades Infantiles, previo a su llegada al Mirasol.

“Hacía mucho tiempo que no podía jugar, así que es una alegría por partida doble. Hicimos un buen partido y merecimos el triunfo”, analizó Garré, con injerencia en el primer tanto de la victoria en el estadio San Juan del Bicentenario: desbordó por izquierda y lanzó el centro que Javier Silva, defensor rival, se llevó por delante para marcar el empate parcial. “Creemos que, si jugamos cada partido con la concentración necesaria, podemos obtener resultados interesantes en la Copa. Hay que ir paso a paso”, cerró, con la esperanza puesta en realizar una campaña sobresaliente en la competencia.