Historias de vida

“Siempre hubo un prejuicio hacia mi estatura”

Martín Ríos, arquero del Estudiantes (BA) semifinalista de la Copa Argentina Sancor Seguros, contó su historia y recalcó que nunca fue un complejo su falta de altura. Además, se refirió a su etapa en el Boca de Bilardo y a su consolidación en Huracán. “Con Andújar somos amigos y siempre hablamos de lo que tenemos que esforzarnos en nuestro puesto”, declaró en la entrevista con el Sitio Oficial.

La historia de Martín Ríos

Martín Ríos es el arquero de un Estudiantes de Buenos Aires que se metió en las Semifinales de la Copa Argentina Sancor Seguros y será rival de San Lorenzo. Con 36 años, el nacido en Arrecifes repasó sus inicios en las inferiores de Boca y su consolidación en Huracán, club que le dio la oportunidad de atajar en la Primera División. “Sabía que iba a ser un jugador sacrificado. Siempre hubo un prejuicio hacia mi estatura. No soy de los arqueros modelo (mide menos de un 1,80), pero veo el fútbol con tanta pasión que no me doy cuenta de que soy petiso”, comentó.

-¿Qué significa la Copa Argentina para Estudiantes (BA)?

-Haber llegado a esta instancia es algo soñado, como lo es este torneo para todo equipo del Ascenso. Tuvimos la posibilidad de jugar contra Banfield, Defensa y Justicia, River, Talleres de Córdoba y con equipos de las categorías inferiores como Riestra y Centro Español. La Copa te da la posibilidad de jugar con otros rivales, con los mejores equipos del país, con cancha llena y en otras provincias. Este momento es histórico para nosotros.

-¿Por qué creés que Estudiantes (BA) está entre los cuatro mejores?

-La verdad es que tomamos cada partido con mucha seriedad. Tuvimos la fortuna en momentos clave. El grupo, el cuerpo técnico y el hincha la vivimos de una manera muy intensa. Sabemos que hay un cambio en la institución, ida de jugadores, llegadas de otros, pero tenemos hambre de seguir creciendo.

-¿Cómo te iniciaste en el fútbol?

-En el club de Villa Sanguinetti, en el barrio de Arrecifes, a los once años. Empecé a jugar en la escuelita. Hice infantiles e inferiores.

-¿Siempre quisiste ser arquero?

-Como a casi todos los que les gusta el fútbol, quería ser delantero porque me gustaba hacer goles, pero era tosco con la pelota. Después jugué abajo porque marcaba y corría. El técnico Miguel Benítez me dijo que tenía condiciones de ser arquero a los ocho ochos.

-¿Te diste cuenta que eras bueno en el arco?

-No éramos de los equipos buenos. Los mejores eran Brown de Arrecifes y Obras Sanitarias. Nos hacían goles, pero me fui haciendo. De sufrir los goles.

-¿Cómo surge la posibilidad de las inferiores de Boca?

-Hubo una prueba en el Interior para todos los equipos de Arrecifes. También estaban Newell’s y Argentinos. Surgió la posibilidad de probarnos. Yo tenía al Laucha Ríos, el tío pariente de mi papá que me ayudó para que atajara. A los 13 años ya jugaba en la Primera local. Era grandote para mi edad. Tuve la chance de sumar experiencia y viajar a La Candela durante un año.

-¿Cómo viviste esa etapa en Boca?

-Muy nervioso viví ese año. Llegar a La Candela y ver todo lo que significa un club de Buenos Aires. Ver a la Tercera División y ver a Marzolini, Rubén Sánchez, personajes del fútbol inalcanzables para nosotros. Viajábamos cada dos meses y hacíamos pruebas que íbamos pasando. La última prueba llegó en diciembre. Si fichaba, iba a la Séptima División. Nos hicimos amigos con Federico Vilar, que ahora está en México y fue con quién iniciamos la carrera. En Boca, estuve como profesional y como tercer arquero los últimos cuatro meses, cuando Bilardo le dice a Navarro Montoya que no va a atajar más. El titular era Sandro Guzmán y también estaba Héctor Larroque.

-¿Llegaste a compartir plantel con Maradona?

-Hice prácticas de fútbol con él. Porque la Tercera División entrenaba con la Primera. Y ahí estaban Caniggia, Tchami. Cuando Bilardo lo necesitaba entrenábamos con ellos.

-¿Cuál era tu sueño en ese momento?

-Cuando estaba en Boca pensaba que toda la vida iba a estar a ese nivel. Pero después pasa el tiempo y ahí te das cuenta que es todo más complicado. En ese momento, después lo compran a Cristian Muñoz y viene Oscar Córdoba y el Pato Abbondanzieri, que estaban en otro nivel. Por eso, tuvimos que emigrar.

-Después sale la oportunidad de ir a Huracán...

-Mi tío me llevó a Platense, pero no me quisieron probar. Después, Roberto Mariani me prueba en San Lorenzo y me dice “vení mañana porque tenemos arqueros importantes como el Negro Ramírez, Saja y Orión”. Tampoco tuve chances. Pero me recomendó que vaya a Huracán, que entrenaba al lado en La Quemita. Pedro Catalano me probó y me dio una mano para que me fichen en la Cuarta División.

-¿Cómo te fue en Huracán?

-En Huracán jugué seis meses, el tiempo que me quedaba para firmar contrato con el club. Salimos campeones en la Cuarta División. Estaban el Cuqui Silvera, Leonardo Orsi, el Turco Mohamed, Garré. Gracias al título pude firmar mi primer contrato. En el puesto competía con Marcos Gutiérrez, Damián Maltagliatti y Barbieri. Después, en Huracán hubo problemas económicos. Los jugadores mandaron telegramas para poder cobrar y ahí se fueron Maltagliatti y Barbieri. Los que quedaron fueron Marcos Gutiérrez, Hernán Cristante y yo. Pasó el tiempo y en 1998 vino Luis Islas, que me enseñó mucho. Después, volvió Gutiérrez de nuevo y nos fuimos a la B, faltando siete fechas. Carlos Babington me dio la chance de jugar esos partidos. No nos fue bien en el resultado, pero individualmente como grupalmente dejamos todo. Por suerte formé parte del proceso en la B Nacional y ascendimos.

-Con el tiempo lograste afianzarte en Huracán...

-Sí, me afiancé. Huracán es un club que les da la posibilidad a los chicos. En el arco éramos generalmente los del club. Jugué tres años en Primera y después quedé libre por el 20 por ciento porque si no te firmaban contrato pasaba eso. Me fui en el 2003, la época en la que debutó Mariano Andújar.

-¿Qué tuviste que resignar para llegar a ser futbolista?

-A lo largo de las inferiores, en Boca y en Huracán, he vivido en pensión todos los años. Vi muchos chicos con muchísimas más condiciones. Yo tenía constancia y trabajo. Por eso resigné el estudio. Terminé el quinto año, pero me quedaron materias. Y con el tema de las concentraciones y los viajes, nunca pude tener el título.

-¿Te arrepentís de no haberlo terminado?

-Lo que le inculco a mis hijos es que estudien. Contrario a lo que hice yo. Tenía la posibilidad de entregarme a eso. Sabía que iba a ser un jugador sacrificado, que si llegaba era por fortuna y por esforzarme cada día para seguir. No se me hizo nada fácil.

-¿El tema de la altura te condicionó?

-Siempre hubo un prejuicio hacia mi estatura y es lógico. No soy de los arqueros modelo. Tuve la fortuna de poder pelear un puesto y que los técnicos no se fijen en mi falta de estatura. Yo veo el fútbol con una pasión que no me doy cuenta que soy petiso. Con Andújar somos amigos y siempre hablamos de mi estatura. Pero llegamos a la conclusión de que la idea es tratar de mejorar, más allá de la altura.

 

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