Historias de vida

La dedicatoria especial de Ríos en un partido para el recuerdo

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El arquero de Estudiantes de Buenos Aires que hizo historia en la Copa Argentina Sancor Seguros le brindó unas palabras emotivas a su familia, un bastión muy importante en su carrera. Su esposa Gladys y su hijo Hernán decidieron acompañarlo en Chaco, después de recorrer más de doce horas en micro; en Buenos Aires hicieron fuerza Iván y Ailén, los otros dos integrantes de una familia que disfruta por el logro del Pincha semifinalista.

La nota exclusiva con Martín Ríos

Con 36 años, Martín Ríos disfruta del tramo final de su carrera y se apoya en el cariño de una familia que intenta acompañarlo en cada partido que disputa como arquero de Estudiantes de Buenos Aires. Este miércoles, el contexto era especial, en un encuentro muy significativo para el equipo de la B Metropolitana, que enfrentaba a Talleres en busca del pase a Semifinales de la Copa Argentina Sancor Seguros. Aunque significaba un sacrificio importante, su mujer Gladys no dudó y viajó más de doce horas en micro hasta llegar a Chaco, sede del cotejo.

"Estoy muy nerviosa, sabemos que es un partido decisivo", comentaba Gladys en los momentos previos al encuentro que comenzó a las 19.10. Acompañada por Hernán, uno de sus tres hijos, realizó el viaje porque sabía que no podían dejar sólo a Martín en esta aventura especial. El abrazo intenso y emocionante que se dieron en la antesala a los vestuarios del estadio Centenario generó que brotaran los sentimientos a flor de piel.

Motivado por el apoyo, tanto de sus familiares como los hinchas, Ríos salió a la cancha a defender el arco de Estudiantes. Su concentración le permitió estar siempre ubicado con precisión y no debió padecer mayores inconvenientes durante el triunfo por 1-0. Al escuchar el pitazo final de Alejandro Sabino, corrió hacia la mitad de cancha para abrazarse con sus compañeros por la proeza conseguida. Después del reconocimiento hacia los hinchas del equipo de Caseros, llegó el momento de las notas y Martín no lo dudó: llamó a su hijo Hernán para que lo acompañe en ese momento especial.

Similar fue lo que ocurrió en el regreso al vestuario, caracterizado por un clima de fiesta. Ríos fue el último en ingresar porque le dedicó un momento a Gladys, la persona que lo acompaña a cada instante, en las tristezas y en las grandes alegrías como la vivida en el estadio Centenario. Nuevamente llegó el abrazo, que en esta oportunidad significaba alivio y felicidad por el logro alcanzado.

"Se lo dedico a ellos, que viajaron especialmente para acompañarme. También a mis otros dos hijos, Iván y Ailén, que siguieron el partido desde Buenos Aires. No me olvido de Arrecifes, la ciudad donde nací, y Maipú, que no la visitó hace mucho tiempo", expresó Ríos en los instantes posteriores al partido. El contexto era ideal para él: lograr una hazaña de esta magnitud con un equipo de la B Metropolitana, al que llegó en 2011, y poder celebrarlo en vivo y en directo con sus familiares más cercanos.

La intensidad del partido y los festejos posteriores generaron un cansancio lógico en las caras de los jugadores de Estudiantes al momento del regreso, en las primeras horas del jueves. De todas maneras, la sonrisa era imborrable en cada uno de los miembros de la delegación, que enfocaban su mirada en los diarios locales para repasar el triunfo. Tras desayunar en el Aeropuerto Internacional Doctor Fernando Piragine, se subieron al vuelo de Aerolíneas Argentinas que los depositó nuevamente en Buenos Aires. Con la felicidad por el objetivo conseguido, Ríos retornó a su casa para compartir un nuevo día con su familia, ese bastión que lo acompaña después de cada partido.  

 

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