ENTREVISTAS

Yo te sigo a todas partes

Carlos Ciupik y su hijo, Lucio

Carlos Ciupik y su pequeño hijo Lucio acompañaron al plantel de Boca durante la travesía en la Copa Libertadores. Pese a que no pudieron estar en San Juan, comparten el mismo sentimiento: "En este club hay buena gente", afirmó el padre, quien se mostró feliz con la obtención del torneo federal.

Lejos de mostrarse temeroso ante lo que puede ser causante de nerviosismo o timidez, Lucio Ciupik, de tan sólo cuatro años, aprendió a convivir de cerca con sus ídolos. Adoptado por el plantel de Boca como la cábala oficial para los encuentros de la pasada Copa Libertadores, viajó junto con su papá Carlos por distintos puntos del continente para acompañar al equipo en la travesía que terminó siendo fallida tras la caída ante Corinthians.

No pudo viajar a San Juan para disfrutar de la Final de la Copa Argentina, pero se mostró compinche con los futbolistas en Brasil y Chile. Carlos, impulsor de la movida junto con su mujer, le contó al sitio oficial cómo viven él y su pequeño hijo esta novela inesperada: “A principio de año tomamos la decisión de seguir a Boca en la Copa. Cuando le ganamos al Fluminense en la primera fase de la Libertadores, mi nene se hizo amigo de Pablo Mouche, que le regaló su pantalón después del 2 a 0”. Tras encariñarse con Agustín Orion, Santiago Silva y Darío Cvitanich, el chico que va a La Bombonera desde los dos años empezó a tener su asiento en cada vuelo que transportaba al equipo hacia cualquier punto de Sudamérica. Así, se consolidó una historia que nadie parece querer cerrar.

A Carlos Ciupik le habían prometido un pasaje a Japón para él y su hijo en caso de ganar la Copa, pero no pudo ser y ambos se quedaron con las ganas: “Me dio bronca que hayamos perdido porque empecé a conocer a los empleados del club y todos se portaron muy bien. Por suerte, nos llevamos la Copa Argentina. Acá se nota que hay buena gente que merece llevar a Boca a los primeros lugares”.

La pasión es hereditaria y así lo hizo saber Carlos, quien ya no es uno más en La Bombonera y disfruta con los saludos de periodistas, empleados, dirigentes y jugadores que recorren la zona mixta: “Dejo de hacer muchas cosas para venir a la cancha. He faltado al trabajo, pasé noches sin dormir y me alejé de mi familia en fechas importantes. Esto es un sentimiento y una pasión”.

El pequeño Lucio no quiere que este sueño se termine. Hace lo que a cualquier chico de su edad le gustaría y es un privilegiado por vivir en primera persona la intimidad del equipo campeón de la Copa Argentina. Padre e hijo, unidos por un mismo sentimiento.

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